Camino Ignaciano

Tras una semana caminando entre hayedos, robledales y trigales, después de haber salido de la casa-torre donde nació Ignacio, en Loyola, al anochecer se llega a un pequeño poblado, todavía en Navarra, que en tiempo de Ignacio se conocía como La población de Marañón, por estar al pie de una montaña donde se levantaba el castillo de Marañón. Que fue ruta importante y cruce de caminos lo proclama un edifico que fue antiguo hospital de peregrinos y que aún conserva los signos santiagueros: la calabaza, el bordón, el bastón. Cuando nos levantamos al amanecer la vista se pierde a los lejos enredadas en las alturas de la sierra de la demanda y montes de Soria. Más cerca, a nuestros pies, campos de cereal que en las vaguadas y valles se convierten en pequeños viñedos que descienden por la montaña: son las fértiles tierras de Rioja. Meano, conocida también como la Aldea, es el último pueblo de Navarra que cruzamos antes de llegar, tras caminar junto a los primeros viñedos, a Kripán, primer pueblo de Rioja Alavesa con el que nos encontramos. Serán algo más de veinte kilómetros los que recorreremos cruzando tierras y pueblos de Rioja Alavesa, acompañados en todo el camino por los viñedos de Kripan, Elvillar, Laguardia y Lapuebla de Labarca. El camino es en claro descenso, pues partimos de los setecientos metros de altitud y llegamos a la ribera del Ebro, en Lapuebla de Labarca, situada a 429 metros de altitud.